LA VUELTA AL COLE ES LA LECHE… PERO ¿QUÉ LECHE?

Retomamos las publicaciones en el blog con un tema espinoso: la vuelta al cole. Casi todos lo estábamos deseando, sobre todo muchas madres y padres que ven cómo sus hijos necesitan urgentemente volver a las rutinas de siempre, a unos horarios organizados y por encima de todo perder de vista a sus hermanos si los tienen o a sus progenitores, aunque sea durante unas horas al día, para poder soportarse mutuamente y dejar las rencillas de lado, que cada vez son más frecuentes. En ocasiones, a razón de 38 broncas al día por 38 motivos diferentes. Que conste que eso no ocurre en mi casa, no; en mi casa es todo paz y armonía durante todas y cada una de las épocas del año… (ahora es cuando empiezo a escribir con la punta de mi nariz de Pinocho)

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Con la vuelta a la rutina y el comienzo del nuevo curso, periodos de adaptación aparte, llegan también los buenos propósitos, las épocas de forrar kilos de libros (en serio, comprarlos por kilos seguro que saldría más barato… Lo cual, por otra parte, me recuerda a esta carta de mi amiga Blanca Usoz a los profesores…)  Pero vamos al lío, que me voy por las ramas… Los buenos propósitos, decía.

BUENOS PROPÓSITOS FAMILIARES

Si bien casi todos caemos en la «trampa» de hacernos una agenda en la que podamos meter (con calzador, eso sí) al menos 1 hora de ejercicio diaria, hay otros buenos propósitos que suelen aguantar algo más de tiempo en nuestra recién estrenada «rutina del nuevo curso», como mejorar nuestros hábitos alimentarios. Y como en los comedores escolares eso de la alimentación equilibrada lo llevan bastante bien (al menos los que yo conozco), pues incluimos a los niños en nuestra obsesión por la alimentación sana familiar en las comidas que no controla el o la nutricionista escolar, léase en el desayuno y la cena.

Y ahí aparece una duda que se plantean muchos padres y madres en la actualidad: ¿qué tipo de leche le doy a mi hijo? ¿Entera? ¿Semidesnatada? ¿Desnatada? ¿Enriquecida con mil vitaminas y cereales y especial para el crecimiento? ¿Me compro una vaca? ¿O será mejor una cabra? Pues depende. Como siempre y como todo en la vida.

LECHE ENTERA, SEMIDESNATADA O DESNATADA

En primer lugar, que quede claro que tanto la OMS como la Asociación Española de Pediatría defienden que mientras sea posible, la mejor opción es siempre la lactancia materna a demanda hasta los dos años de edad, y si esta no es posible, leches infantiles adaptadas a cada edad al menos durante el primer año, a partir del cual el niño puede comenzar a consumir leche de vaca entera. 

Una vez ha quedado esto claro, la pregunta es ¿qué leche es la mejor para los niños a partir de 2 años? Veamos las diferencias:

  • Leche entera: aporta aproximadamente 60 kcal/100 mL. No se le ha extraído nada de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) que contiene naturalmente, puesto que este tipo de vitaminas van disueltas en la parte grasa de la leche. Sus proteínas son de alta calidad nutricional, su principal hidrato de carbono es la lactosa, que facilita la absorción del calcio, imprescindible para la formación y mantenimiento de la salud ósea y de otros procesos hormonales. Su contenido en grasa varía desde un 3,5% hasta un 4%.
  • Leche semidesnatada: aporta aproximadamente 45-50 Kcal/100mL. Se le ha extraído parcialmente la grasa, y por lo tanto pierde parte de los nutrientes que van disueltos en ella (vitaminas A, D, E, K, y colesterol, por ejemplo). Las proteínas y la lactosa no sufren apenas variación, pero el calcio ve afectada su disponibilidad por este proceso. El contenido en grasa oscila entre el 1,5% y el 1,8%.
  • Leche desnatada: se ha eliminado casi por completo la parte grasa, (hasta un máximo de un 0,3%), por lo que es muy pobre en componentes liposolubles. Aporta aproximadamente unas 30-35Kcal/100mL.

Para ser sinceros, es difícil encontrar estudios serios que pongan de manifiesto una ventaja clara de los lácteos semidesnatados o desnatados en la alimentación infantil, puesto que además el aporte de nutrientes esenciales para su desarrollo como son las vitaminas liposolubles (A y D, sobre todo) y el calcio se ve claramente disminuido.

Tan sólo se deben recomendar este tipo de lácteos a niños que manifiesten un sobrepeso evidente u obesidad, o incluso en hiperlipidemias (colesterol y triglicéridos elevados). También es verdad que si tu hijo toma 6 vasos de leche al día (lo cual tampoco es recomendable), sería adecuado pasarle a la desnatada, pero ¿no crees que en lugar de esos 6 vasos de leche mejor le ofreces 2 al día y cambias las otras 4 raciones por alimentos más variados?

LECHES ENRIQUECIDAS

Hoy en día encontramos en el supermercado muchísimas leches enriquecidas, sea con calcio, hierro, vitamina D, DHA, omega3, y un sinfin de cosas más. Por partes:

  • Calcio: sería útil sólo en casos de déficit, como raquitismo u osteomalacia. Además, es el principal causante del estreñimiento en niños. Si les animamos a hacer ejercicio, el calcio de la dieta se fijará mucho más fácilmente a los huesos.
  • Vitamina D: si dentro de la dieta de nuestro hijo incluimos la cantidad necesaria de huevos y otros alimentos ricos en esta vitamina como los pescado azules no hay necesidad de suplementar
  • Hierro: tampoco es necesario suplementar si tu hijo come de todo, entre otras cosas carne roja y legumbres
  • Omega 3, DHA, yodo: los agrupo porque quienes nos pueden dar toda la cantidad que necesitamos de estos nutrientes son los pescados azules como el atún, el salmón, las sardinas… Preferiblemente de anzuelo, no de piscifactoría. Innecesario si tu hijo los come en cantidad suficiente.
Existen infinidad de tipos de leche en el mercado

Existen infinidad de tipos de leche en el mercado

LECHES DE FANTASÍA

Ya el súmmum de la suplementación viene de la mano de las marcas que han lanzado las últimas novedades de leches infantiles: enriquecidas con cereales, con frutas, con cacao, y ya dentro de poco nos encontraremos con la leches enriquecidas con carne de buey o con espinacas. «Amos, anda»

Si tu hijo no come cereales o frutas, ¿no crees que es un simple parche eso de ofrecérselo dentro de la leche? A veces me pregunto si no desaparecerán los alimentos tradicionales y acabaremos ingiriendo exclusivamente cápsulas con el contenido adecuado de cada nutriente para cada momento. Enséñale a alimentarse bien, dale una tostada de pan con tomate e incluso una tortilla junto con el vaso de leche entera normal por las mañanas y ahorrarás. No sólo económicamente, sino en disgustos. Si te parece difícil cambiar estos hábitos, prueba a negociar con él. Por ejemplo, mi hijo mayor detesta la fruta, y la de la merienda era innegociable, pero hicimos un pacto por el cual él se compromete a comer fruta de postre al menos en otra de las comidas principales, ya sea en la comida o en la cena. Y lo acepta de buen grado, porque sabe que es un trato que hemos hecho él y yo y no quiere traicionar mi confianza en él. Busca la manera de motivar a tu pequeño si tienes cosas que corregir y paso a paso lograrás que acepte las nuevas normas como hábitos. 

Ya, entiendo que es mucho más fácil darle un vaso de leche y a correr, pero el problema está en que la mayoría de ese tipo de leches tienen un contenido en azúcares muchísimo mayor que la leche de vaca tradicional. Simplificando mucho: el azúcar es el principal responsable de nuestro apetito: si consumimos mucho azúcar nuestro páncreas liberará mucha insulina, lo que hará que el azúcar en sangre se consuma y se almacene muy rápidamente y lleguemos a tener muy bajos los niveles de azúcar en sangre, lo cual dispara la sensación de hambre, y no sólo eso, sino que «lo que nos pide el cuerpo» es más azúcar, para recuperar esos niveles que habíamos alcanzado con la primera ingesta. Es un círculo vicioso en el que no deberíamos meter a nuestros pequeños.

CONCLUSIÓN

Creo que algunos avances en productos alimenticios son útiles en ciertos casos de carencias nutricionales, pero no deberíamos incluir este tipo de productos sistemáticamente en la dieta de nuestros pequeños, sobre todo si son niños sanos y que se alimentan adecuadamente. Si el resto de la alimentación es equilibrada, incluso podrían ser perjudiciales por un aporte excesivo de ciertos componentes.

Si tienes dudas acerca de cómo has de plantear el menú semanal de tu hijo, siempre puedes pedir consejo a un nutricionista para que te oriente en las medidas básicas para que su dieta sea completa y equilibrada.

Por otra parte, si lo que te planteas es lo contrario, si ofrecerle leche semidesnatada o desnatada, yo te aconsejaría que a menos que ya presente un problema de tendencia al sobrepeso u obesidad o a menos que le hayan detectado altos niveles de colesterol, le ofrecería leche entera. La normal, la de siempre. Y preocúpate de otras muchas cosas que tu hijo seguramente coma a lo largo del día. Probablemente la leche desnatada no será la que marque la diferencia.

No pongamos parches a nuestros errores, corrijámoslos. Antes de cambiar los alimentos tradicionales, frescos y de temporada por los enriquecidos y altamente procesados, animemos a nuestros hijos a seguir una dieta equilibrada y sobre todo a hacer ejercicio. Esa es la base de una vida sana.

BIBLIOGRAFÍA

EFSA: Scientific Opinion on nutrient requirements and dietary intakes of infants and young children in the European Union1 

Lo que dice la ciencia para adelgazar 

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